En su definición más simple, el término acontecimiento suele ser utilizado para denominar cualquier evento que despierte nuestra atención. Desde una perspectiva global, la existencia del acontecimiento está presente como razón antropocéntrica, en tanto desde su manifestación inicial como evento hasta su registro como hecho histórico, constituye el referente a partir del cual nos explicamos el mundo, al extremo de que para la física nuestro universo se inició con un acontecimiento, el Big Bang. Ese alto nivel de significación y hasta de determinismo aplica también para la historia, cuando desde esta ciencia implícitamente se le designa como el hito delimitante del proceso de génesis, desarrollo y ocaso de las civilizaciones, que delimita inclusive la existencia misma de nuestra vida, desde el nacimiento hasta el evento inevitable de la muerte, trazando el rumbo natural del nacer, crecer y morir, por cuanto, en perspectiva biográfica, la vida personal de cada quien es un tejido de acontecimientos a partir de los cuales, por un sentido elemental de supervivencia; percibimos, explicamos y sacamos partida de los eventos. De esa condición ontológica innata deviene la aparición de la ciencia. Por otra parte, no se concibe hablar con propiedad de nosotros y de la tierra, nuestro planeta, sin formularnos interrogantes en relación a ¿cuándo se formó?, ¿Qué tan antigua es?, ¿Qué posición ocupa en el universo?, ¿En qué lugar de ella nos ubicamos?, ¿Desde cuándo?, ¿Debido a qué?, y ¿Para qué estamos aquí?
Digo que el acontecimiento es razón antropocéntrica porque a partir de las respuestas a estas interrogantes los humanos construimos nuestro mundo de vida, como resultado de un proceso psicológico que empieza en la percepción y termina en la intuición.
Como producto sistematizado de esas explicaciones surgen la religión, la ciencia y la filosofía, tres ramas del conocimiento que si bien han desplegado sus axiomas diferenciándose expresamente las unas de las otras, coinciden en un orden que ubica todas sus narrativas dentro del continuo espacio tiempo, especie de tejido contenedor de todos cuantos eventos sean capaces de despertar la curiosidad y el miedo en la humanidad, porque en efecto, tal como se intenta demostrar en este tratado, se piensa en el tiempo de manera obsesiva porque en él ocurren los eventos. Y aquí vale la aclaratoria de que este trabajo pudo estar dedicado al estudio del tiempo, de hecho, si se toma en cuenta las líneas dedicadas al tema en ocasiones le dará al lector la impresión de que el tiempo es el asunto principal aquí tratado, y así hubiera podido ser, si se considera el hecho incontrovertible de que todo, absolutamente todo, está inevitablemente supeditado a su transcurrir.
Para la física, madre de todas las ciencias, el tiempo como entidad elemental no transcurre, sino que simplemente es, y existiendo está indivisiblemente ligado al espacio en un único continuo. Es además irreversible y tiene una dirección, aquí referida copiosamente, como se podrá constatar a lo largo del discurso, como la flecha del tiempo. Ahora bien, esa alta valoración no se debe al tiempo en sí mismo, si no al hecho fundamental de que percibimos su transcurrir justo por la ocurrencia de los eventos. De esa ocurrencia entre uno y otro se construye una secuencia que ordena a discreción lo que transcurre, a partir de la articulación de una cadena de ellos por orden de aparición, en la cual el acontecimiento viene a ser la marca que enlaza a la vez que diferencia un periodo histórico del otro. Si este estudio estuviera dedicado al tiempo, sería más profundo, más largo y desde luego, más complejo. En consecuencia y aceptando que un estudio complejo del tiempo, dotado de la rigurosidad que amerita, de momento no es el objeto de estas reflexiones, intentaré por lo menos demostrar que la noción del tiempo en sus diversas representaciones, ya sea físico, histórico, civil o psicológico, que aquí se alude como primera categoría asociada al tema central, es en todo caso una realidad descubierta por la conciencia emprendedora del género humano, empeñada desde siempre y por siempre en conocer y comprender el inicio, el desarrollo y el final de las cosas y de la vida, en tanto son entidades que tienen duración, así como en la aprehensión del significado y la trascendencia del acontecimiento como producto generado de ellas, que por un elemental principio de reciprocidad, nos facilita a su vez, la mesura del tiempo.
Se trata de un estudio teórico en la medida en que este esfuerzo tiene su punto de partida en una teoría, y en ella se desplaza a través de sus implicaciones en un intento de enriquecerla, desde la convicción de que esta acción posibilita la apertura de nuevos horizontes interpretativos. Este modo de construir conocimiento, que Thomas Kuhn denomina conocimiento acumulativo, tiene su máxima expresión en una muy difundida expresión de Newton, cuando en un gesto de humildad que lo enaltece, llegó a expresar que si había llegado tan lejos fue porque se montó sobre los hombros de gigantes, refiriéndose a Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y a Johannes Kepler, entre tantos otros genios que lo antecedieron.
Por lo que respecta a la motivación, mucho se ha escrito al respecto, valga mencionar autores de la talla de Heidegger, Foucault, Morín, Braudel y Badiou, entre otros, que han abordado a profundidad un tema que me atrajo debido a la incertidumbre que el concepto genera en mí, que si bien resulta ser un término de uso bastante habitual, traducible en casi todos los idiomas, cuando se le analiza a la luz de la conjugación del verbo acontecimentar, se torna complejo debido a los engaños y manipulaciones que surgen de su nada confiable asociación mediática, y mucho más ahora que el uso intensivo de las Fake News como plataformas generadoras de acontecimientos, forman parte del arsenal estratégico en los escenarios de guerra multiforme que hoy se libra en los distintos espacios del planeta. Un presente que por demás se constituye en el momento oportuno para contrastar el sustrato teórico que aquí se despliega, con la percepción de una realidad signada por el desarrollo de una alta cadencia de eventos potencialmente acontecimentables. En consecuencia, la acción inmediata emprendida a objeto de resolver cualquier duda fue primeramente iniciar el razonamiento con una valoración crítica en torno a la naturaleza de la realidad, así como del proceso de construcción del conocimiento, lo que por supuesto incluye una revisión de la actitud ontológica que me asiste, para desde allí abordar las nociones del tiempo, del espacio, del hombre y de la ciencia, en todas la implicaciones a las que me fue posible abarcar.
Tras ese cometido, más allá del concepto que lo circunscribe al particular evento suscitado, que por algún motivo se instaló en nuestra memoria, lo primero que se puso de manifiesto fue un problema gnoseológico, consistente en la insuficiencia de nuestro aparato conceptual que suponemos objetivo y lógico, pero se queda corto en el intento de captar a profundidad realidades complejas, que precisan ser abordadas desde definiciones equiparables a su alto nivel de significación. Se trataría desde luego de conceptos distintos a los comúnmente usados, mucho más actualizados con relación al mundo interconectado y mediatizado que nos está tocando vivir, y por supuesto, capaces de viabilizar explicaciones globales, multirrelacionales y, hasta donde sea posible, unificadas en torno al proceso de construcción teórica del tema seleccionado como objeto de conocimiento.
Por todo lo expuesto, este estudio fue desde un principio emprendido a partir de lo que a mi modo de ver constituye una concepción metodológica portadora de altas posibilidades de garantizar una explicación globalizada del acontecimiento, como concepto y como categoría, la cual para los efectos parte de la premisa de que si bien, como ciencias que se encargan del estudio de los eventos en el espacio tiempo, son muy importantes las aportaciones teóricas de la física y de la historia, dichos aportes resultan insuficientes, por cuanto se trata de una realidad compleja en la cual el mundo físico, la sociedad organizada, y el ser humano como entidad individual y cultural cargada de intenciones y portadora del arma del lenguaje, interactúan en una trilogía cuyas proyecciones atraviesan una amplia multiplicidad de planos de la realidad implicada, razón por la cual ésta amerita ser abordada desde un enfoque interdisciplinario y transdisciplinario, lo que por supuesto demanda la participación de otras disciplinas y de un pensamiento totalmente abierto al conocimiento.
Es así como a lo largo del discurso se aprovechan los aportes de la Arqueología, la Teología, la Politología, la Psicología, del Arte, y de manera muy especial, de la Filosofía y la Lingüística, esto dado lo determinante de la participación del Dasein como elemento de análisis de un proceso donde el sujeto pensante y parlante es imprescindible. La Filosofía en tanto su radio de acción traspasa principios activos fundamentales de la mente, como la percepción, la representación y la interpretación, y la Lingüística, por cuanto tratándose de un hecho comunicativo, su contribución a la explicación del tema, desde la perspectiva del relato, resulta fundamental. Para los efectos el cuerpo del análisis parte de lo concreto, por el concepto más simple, el evento, para luego adentrarse en lo abstracto y lo complejo a través de sus múltiples relaciones, que van desde sus antecedentes históricos, sus principios explicativos, los supuestos ontológicos que lo sustentan, su ubicación en el contexto actual y finalmente el cuerpo de conclusiones, donde se plasma la síntesis teórica derivada del proceso de reflexión…..
Entrevista a Alexander Rincón para ProMosaik LAPH por la reciente publicación de su libro: Teoría del acontecimiento, Dimensionalidad del evento en el tiempo espacio.
¿Por qué el tema central del libro es el “evento” y el “acontecimiento”?
Se trata de las dos categorías fundamentales en el discurso del libro, que constituyen los extremos de la línea explicativa. El principio y el fin de una secuencia que comienza con la irrupción del evento como algo que simplemente ocurre y que una vez percibido como fenómeno específico e inusual puede, dadas ciertas condiciones especiales, llegar a convertirse en un acontecimiento. Un acontecimiento que marque, caracterice o delimite determinado periodo del tiempo de la vida de una persona o de un proceso económico, político, social cultural y desde lo global remita al acontecimiento extraordinario que, por la amplitud de sus repercusiones, tendría el poder de marcar el rumbo y aún más allá, de cambiar el curso de la historia.
El tema de su investigación aborda el concepto de la ciencia, su historia y evolución, por lo tanto, ¿a quién va dirigido éste, particularmente?
En las primeras impresiones pareciera que la lectura estuviera especialmente dirigida a personas del medio científico, en particular a físicos e historiadores, dada la preponderancia que en el discurso se le otorga a la noción de tiempo, ya en su versión de tiempo físico como del tiempo histórico. No obstante, en tanto se trata de un concepto ampliamente manejado y vivido por cualquier persona y si se parte del hecho simple e incontrovertible de que a todos nos suceden cosas, hasta el punto de que nuestra existencia transcurre a la par de las eventualidades, yo diría que el libro va dirigido a un amplio público. En primer lugar y necesariamente, a aquellos que tienen cimentado el hábito de la lectura, a la par de una disposición expresa para encontrar explicaciones de cuanto nos sucede a nosotros y al mundo complejo que nos está tocando vivir.
¿En qué tipo de lector pensó cuando lo escribía?
En un lector interesado en el conocimiento del cómo funciona el universo. En todos aquellos que quisieran de primera mano conocer el por qué suceden las cosas, más allá de lo evidente y de la influencia alienante de los medios de comunicación.
Siendo usted educador por formación, ¿qué relación pone de relieve su libro entre la cultura, la educación y la ciencia?
La ciencia y la educación son los más notables productos de la cultura. Se trata de una triada unida en la amalgama del conocimiento. La ciencia que es conocimiento cierto sistematizado, se trasmite y reproduce en la educación que viene a ser el aparato adaptativo civilizatorio de la cultura. En el libro se habla profusamente del evenement como el proceso mediante el cual el evento es elevado a la categoría del acontecimiento. Así tenemos que todo acontecimiento fue en sus orígenes un evento, más no todo evento llega a ser un acontecimiento, hasta el punto que la mayoría de estos ni siquiera son percibidos. En ese proceso, la triada, la cultura, la educación y la ciencia juegan un papel fundamental en la medida que el evento es fenoménicamente percibido y llevado posteriormente al estatus de acontecimiento, gracias a un sujeto cognoscente que lo interpreta bajo una gramática racional que responde al contexto cultural de su época.
¿Podría sintetizar la experiencia profesional y personal que lo condujo a pensar, investigar y escribir este libro?
Entre las consideraciones que me indujeron a escribir sobre este tema están las que pertenecen al plano personal y profesional. En el plano personal y quizás al igual que la mayoría de la gente, me considero un sujeto sucedido o por lo menos ese es el pensamiento dominante cuando las cosas no me dan bien. Al igual que casi todo el mundo (porque no soy la excepción), percibo mi vida como una cadena de eventos, la mayoría de ellos buenos y otros malos, algunos de los cuales llegaron a ser acontecimientos determinantes, que han perfilado el curso de mi existencia… en todo caso, que han terminado por conformar una evenement personal con un saldo definitivamente positivo. En lo profesional, como docente en el campo de las ciencias y la investigación, asumo la importancia del acontecimiento como hito fundamental para la demarcación de los periodos de la historia y como el evento extraordinario que determina el origen de la vida y la prosecución del desarrollo de las civilizaciones.
Como epistemólogo, investigar este tema me ha llevado a comprender en profundidad el funcionamiento del universo en sus múltiples interacciones, tanto del orden como del caos a lo largo de una línea que abarca desde el espacio sideral hasta la dinámica social y personal de cada quien. Todo conforma una secuenciación de eventos que obedecen a una causa, porque nada se crea de la nada y dado que todo tiene una causa, aun en los casos en los que esta es desconocida, el acontecimiento forma parte de ese todo, bien porque necesariamente es causado tanto física como discursivamente o bien por ser una entidad generadora de efectos.
Por último, ¿cuál es la razón principal que usted le daría a un potencial lector para que lea su trabajo materializado en este libro?
Vivimos en un mundo dominado por poderosos intereses económicos que controlan la sociedad de la información. Entre los aportes que este libro le daría al lector a nivel general, está la posibilidad de emanciparse de la manipulación mediática mediante el conocimiento del funcionamiento del mundo; me refiero a la explicación de los eventos que caracterizan la dinámica que rigen los procesos políticos, especialmente los que son generados en la fábrica de acontecimientos creadas por las grandes cadenas mediáticas. En el nivel personal, me sentiría recompensado si tras la lectura y reflexión de este libro, el lector llega a internalizar la idea de que no existe ningún destino y que todo cuanto nos ocurre está estrechamente relacionado, aunque de ningún modo determinado por las decisiones que tomamos y por las acciones que emprendemos; y que también, algunas veces, pequeñas inestabilidades bastan para cambiar el curso de las metas que nos hubiéramos propuesto.
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